viernes, 12 de marzo de 2010

José María "El Kolla" Mercado

"Y si un febrero no vuelvo/ mi copla te esperará/ con una caja y mil coplas/ que otras voces cantarán."

El viernes 5 de marzo a las 15 horas fallecía José María “El Kolla” Mercado, allí cerca de las agüitas del Huasamayo a las que les cantó, en el barrio tilcareño de Pueblo Nuevo. Nacido en Abra Pampa, fue autor, compositor, músico y docente, promotor de la cultura y el folklore jujeños.

Ya la gente de Tilcara, los amigos y familiares se empezaron a acercar a despedirlo. El vaso de vino, el guiso de trigo, la música y ese cuerpo de cabellera blanca que descansaba abrazado a su charango, empezaron a tejer una memoria que pronto, alzado por sus canciones y las coplas de tonada doliente, por un ritmo puneño que se volvió palmas y hasta baile delante del féretro, lo acompañaron hasta la iglesia, primero, y al fin al cementerio.

La caja batía y las voces: abran las puertas del cielo, llegan el Kolla y su canto; mientras algo más adelante un ensamble de instrumentos replicaba: deme niña esa boquita tan llena de encanto, clavelito tilcareño, clavelito blanco. Y entonces, su carnavalito subió por la calle de piedra, encendiendo cada rincón de una iglesia que era música y el calor de la amistad sembrada.

Acaso Jaime Torres, que llegó a despedirlo viajando desde Buenos Aires, lo dijo con las palabras justas en el momento de bajar el cuerpo del músico a la fosa: lo del Kolla es un ejemplo que nos marca una responsabilidad. Y eso fue lo que hizo que, mientras su féretro descendía, le llovieran flores y aplausos, melodías y coplas, recuerdos y canciones.

El Kolla Mercado marcó un camino de fidelidad absoluta a lo más claro de la cultura jujeña que, a la vez, es lo más humilde y lo más popular. Cantor del amor del minerito, de la tilcareña, de la bella purmamarqueñita, del puneño que baja, como tantos, a hacerse de una vida, dijo el sentir de su gente al modo de su gente.

Su cuerpo cansado volvió a la tierra jujeña en Tilcara. Pero no deja un vacío. Deja un espacio lleno de música, poesía y amor para que todos sepamos disfrutarlo y transmitirlo. Y un mandato: aprender a honrar a nuestra tierra como él lo hizo cada día de su vida.

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