Cuando triunfó la revolución cubana, Viglietti tenía diecinueve años. Ese acontecimiento lo marcó a fuego, al igual que a toda su generación. La instalación de un gobierno socialista en el propio teatro de influencia del imperialismo norteamericano, provocó una profunda conmoción en parte de la juventud de la década del sesenta, que encontró diversas vías de canalización a través de la política, el arte, la música, la literatura y el teatro.
Daniel Viglietti se transformó en un auténtico abanderado e intérprete de las inquietudes, los sueños y las reivindicaciones de parte de la juventud de la época, y en uno de los fundadores del canto popular uruguayo, junto a Alfredo Zitarrosa, Los olimareños y José Carbajal. Su prédica se erigió en denuncia y en himno libertario de proclamación del advenimiento del hombre nuevo y de las radicales transformaciones que requería el momento. El canto libertario de Viglietti molestó al poder de turno. Tanto durante el gobierno de Pacheco Areco como en el de Bordaberry el cantautor se transformó en blanco predilecto de la censura y, más tarde, fue encarcelado. En el exilio mantuvo firme su compromiso de creación y de lucha contra la dictadura.
Viglietti suma a su caudal artístico y creativo su inclaudicable compromiso ético e ideológico. Le ha cantado a nuestra gente, a nuestro continente, a nuestros triunfos y derrotas, a nuestros sueños y a ese futuro que imaginamos luminoso.
"A desalambrar es como la huella digital de mi trabajo", dijo Viglietti. La canción retoma la esencia del Reglamento de tierras promulgado en 1815 por Artigas, la primer ley de reforma agraria en nuestro continente, que expropiaba los terrenos de "emigrados, malos europeos y peores americanos". Terrenos que serían entregados a "... los sujetos dignos de esta gracia con prevención que los más infelices serán los más privilegiados. En consecuencia, los negros libres, los zambos de esta clase, los indios y los criollos pobres, todos podrán ser agraciados con suertes de estancia... Serán igualmente agraciadas las viudas pobres si tuvieren hijos. Serán igualmente preferidos los casados a los americanos solteros, y éstos a cualquier extranjero".
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